¿Dónde está esa mirada tan profunda, la límpida luz que de ella emanaba iluminando los más recónditos lugares de mi corazón enamorado? ¿Dónde aquella voz que, cual murmullo de las olas sobre las rocas, se estrellaba en las fronteras de mi mente?
¿Dónde está la suave caricia de tu mano?
¿El excelso sonido de tu risa que llenaba de mágicos efluvios mi otrora ahíta vida?
Busco en los preciados baúles donde he ido guardando con cuidado esos momentos para volver a tener entre mis manos el aroma de tu piel, para sentir la tersura de tu voz diciendo que me amas.
¿Dónde estás Enrique? ¿Mi pequeño Lödebar?
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