Se rompe la burbuja.
Todavía no apueste por nadie. La campaña presidencial está lejos de estar decidida, con evidencias que muestran un declive de Felipe Calderón
E ste martes, las campañas presidenciales deben pasar a otro nivel. En particular la de Felipe Calderón Hinojosa, pues de acuerdo con el compromiso adquirido con el Instituto Federal Electoral, el presidente Vicente Fox, principal promotor de la candidatura del panista Calderón, se callará la boca. Es decir, dejará de hacer la campaña de proselitismo abierto a favor de un candidato presidencial más grotesca y dañina que se tenga en la memoria -por su contribución a la polarización social y política-, y otorgará 50% de los tiempos oficiales al IFE para que aproveche el espacio en la promoción del voto.
Fox fue sometido durante semanas a una de las críticas más persistentes sobre su intromisión abierta en el proceso electoral, pero se mantuvo incólume y, como torero que tiene sometida a su presa por la fuerza, se burló de ella y la humilló.
No son pocos los estudiosos de la comunicación política que se preguntan las razones por las cuales Fox hizo tan intenso proselitismo pese a la tormenta que lo persiguió. Respuestas con la información en la mano no existen, aunque se empiezan a acumular evidencias de por qué Fox pudo haber intensificado su campaña retórica a favor del Partido Acción Nacional, por qué mantuvo sus golpes constantes en contra de Andrés Manuel López Obrador, y por qué no dejó de utilizar programas como Oportunidades y las obras públicas para manipular la intención de voto de los sectores más marginados. Estas evidencias muestran que las preferencias de voto por Calderón están bajando, o se encuentra empatado con López Obrador en otras mediciones, o el perredista volvió a sacarle uno o dos puntos de diferencia en una más.
Aunque estos puntos ratifican el empate técnico en el proceso, como lo han señalado prácticamente todas las encuestas en el último mes -sólo dos de ellas dan una ventaja considerable a Calderón-; lo significativo de esas mediciones es que no fueron realizadas en vivienda, que son las encuestas más confiables, sino telefónicas, que al llegar a un segmento de la sociedad con mayores recursos -por el hecho mismo de tener teléfono-, han tenido un sesgo histórico hacia el PAN.
Esto quiere decir, de corroborarse la medición telefónica con las encuestas en vivienda que se están comenzando a aplicar para la siguiente ronda de mediciones electorales a nivel nacional, que la caída de Calderón es alarmante y que se está configurando un escenario de derrota del panista en las elecciones del 2 de julio. Un dato no confirmado por los responsables del tracking poll de su campaña, que es una encuesta diaria para medir el pulso de los electores, es que las últimas mediciones tienen a Calderón únicamente cuatro puntos delante de López Obrador -que entra en el terreno del empate técnico-, luego de que hace un mes lo tenían con una cómoda ventaja de 10 puntos.
Los datos duros sobre el comportamiento electoral están comenzando a arrojar algunos resultados que pueden explicar las razones por las cuales Fox y Calderón están tomando determinadas decisiones tácticas. En el caso de la campaña panista, no han dejado de utilizar la propaganda negativa en contra de López Obrador, la cual le ha resultado altamente redituable por ser muy eficiente debido a la velocidad y contundencia como reacciona ante el perredista. Pero también, aparentemente el respaldo abierto de Fox llegó a un límite, pues sus índices de popularidad en encuestas entregadas a empresarios ya no están moviéndose por arriba de 55%, y algunas de sus posiciones de apoyo al presidente George W. Bush están empezando a arrojar rendimientos negativos.
Esto lleva directamente al caso de Fox y ayuda a entender -si se le da el beneficio de la duda de la aplicación lógica a su actuación-, por qué tiene algunos rasgos que parecerían esquizoides, como sucedió la semana anterior que pasó de una total justificación del presidente Bush por las nuevas medidas de sellamiento de su frontera con México, a la crítica abierta del mandatario estadounidense el jueves en Tijuana, al afirmar que levantar barreras no es propio de amigos. Estar entregado a Estados Unidos, o mantener la postura genuflexa que tuvo Vicente Fox en este caso, no lo ayuda ni a él ni a Calderón, que son vistos como los más cercanos a Bush en momentos en que los negativos del estadounidense van a la baja entre el electorado mexicano, mientras que crece el respaldo hacia un acercamiento hacia América Latina, donde los electores ven a López Obrador como el más cercano de todos los candidatos.
Las evidencias, a partir de las encuestas telefónicas, preconfiguran que la burbuja en la que se encontraba Calderón, se está rompiendo. Algunos factores que todavía están esperando un estudio más riguroso fueron responsables de ese impacto positivo de Calderón entre el electorado, como el llamado bonus convention tras el primer debate presidencial, los conflictos internos del Partido Revolucionario Institucional en el norte del país -donde elevó sus preferencias-, los errores discursivos de López Obrador -que no ha sabido diferenciar discursos para las muy distintas regiones del país, en particular el norte-, y las altas pautas en medios electrónicos frente a la casi ausencia del perredista, han venido cambiando. El alzamiento natural tras el debate ya se agotó, igualmente, en forma natural; los gobernadores priístas en el norte se están arreglando con Roberto Madrazo, inclusive el sonorense Eduardo Bours, de quien tienen, cuando menos, el compromiso de que no interferirá; López Obrador ya modificó su estrategia mediática incrementando presencia y spots en medios electrónicos por encima de sus adversarios; mientras Calderón tuvo que reducir esa exposición ante el riesgo de que rebasen los límites legales y entren al terreno de una eventual anulación del proceso.
Las campañas presidenciales de la oposición están ajustándose. Madrazo ha revigorizado sus fuerzas en el norte, principal semillero panista, mientras López Obrador y su equipo pasaron a la ofensiva aprovechando el bono que ha sido construido durante el largo tiempo de precampaña electoral: por más errores que comete en su campaña, no baja de 32% su preferencia electoral.
La competencia por la Presidencia está cerrada y probablemente seguirá achicándose aún más en las próximas semanas. La volatilidad de una buena parte del electorado está moviendo fuertemente las preferencias, aunque una de las causas principales de ello es la exposición mediática. En este sentido, que el Presidente cierre la boca a partir del martes, es muy buena noticia para el proceso electoral, pero mala para Calderón, quien perderá -si cumple su palabra Fox- un activo muy valioso para su campaña en momentos en que parece empezar su lento declive.
No son pocos los estudiosos de la comunicación política que se preguntan las razones por las cuales Fox hizo tan intenso proselitismo pese a la tormenta que lo persiguió. Respuestas con la información en la mano no existen, aunque se empiezan a acumular evidencias de por qué Fox pudo haber intensificado su campaña retórica a favor del Partido Acción Nacional, por qué mantuvo sus golpes constantes en contra de Andrés Manuel López Obrador, y por qué no dejó de utilizar programas como Oportunidades y las obras públicas para manipular la intención de voto de los sectores más marginados. Estas evidencias muestran que las preferencias de voto por Calderón están bajando, o se encuentra empatado con López Obrador en otras mediciones, o el perredista volvió a sacarle uno o dos puntos de diferencia en una más.
Aunque estos puntos ratifican el empate técnico en el proceso, como lo han señalado prácticamente todas las encuestas en el último mes -sólo dos de ellas dan una ventaja considerable a Calderón-; lo significativo de esas mediciones es que no fueron realizadas en vivienda, que son las encuestas más confiables, sino telefónicas, que al llegar a un segmento de la sociedad con mayores recursos -por el hecho mismo de tener teléfono-, han tenido un sesgo histórico hacia el PAN.
Esto quiere decir, de corroborarse la medición telefónica con las encuestas en vivienda que se están comenzando a aplicar para la siguiente ronda de mediciones electorales a nivel nacional, que la caída de Calderón es alarmante y que se está configurando un escenario de derrota del panista en las elecciones del 2 de julio. Un dato no confirmado por los responsables del tracking poll de su campaña, que es una encuesta diaria para medir el pulso de los electores, es que las últimas mediciones tienen a Calderón únicamente cuatro puntos delante de López Obrador -que entra en el terreno del empate técnico-, luego de que hace un mes lo tenían con una cómoda ventaja de 10 puntos.
Los datos duros sobre el comportamiento electoral están comenzando a arrojar algunos resultados que pueden explicar las razones por las cuales Fox y Calderón están tomando determinadas decisiones tácticas. En el caso de la campaña panista, no han dejado de utilizar la propaganda negativa en contra de López Obrador, la cual le ha resultado altamente redituable por ser muy eficiente debido a la velocidad y contundencia como reacciona ante el perredista. Pero también, aparentemente el respaldo abierto de Fox llegó a un límite, pues sus índices de popularidad en encuestas entregadas a empresarios ya no están moviéndose por arriba de 55%, y algunas de sus posiciones de apoyo al presidente George W. Bush están empezando a arrojar rendimientos negativos.
Esto lleva directamente al caso de Fox y ayuda a entender -si se le da el beneficio de la duda de la aplicación lógica a su actuación-, por qué tiene algunos rasgos que parecerían esquizoides, como sucedió la semana anterior que pasó de una total justificación del presidente Bush por las nuevas medidas de sellamiento de su frontera con México, a la crítica abierta del mandatario estadounidense el jueves en Tijuana, al afirmar que levantar barreras no es propio de amigos. Estar entregado a Estados Unidos, o mantener la postura genuflexa que tuvo Vicente Fox en este caso, no lo ayuda ni a él ni a Calderón, que son vistos como los más cercanos a Bush en momentos en que los negativos del estadounidense van a la baja entre el electorado mexicano, mientras que crece el respaldo hacia un acercamiento hacia América Latina, donde los electores ven a López Obrador como el más cercano de todos los candidatos.
Las evidencias, a partir de las encuestas telefónicas, preconfiguran que la burbuja en la que se encontraba Calderón, se está rompiendo. Algunos factores que todavía están esperando un estudio más riguroso fueron responsables de ese impacto positivo de Calderón entre el electorado, como el llamado bonus convention tras el primer debate presidencial, los conflictos internos del Partido Revolucionario Institucional en el norte del país -donde elevó sus preferencias-, los errores discursivos de López Obrador -que no ha sabido diferenciar discursos para las muy distintas regiones del país, en particular el norte-, y las altas pautas en medios electrónicos frente a la casi ausencia del perredista, han venido cambiando. El alzamiento natural tras el debate ya se agotó, igualmente, en forma natural; los gobernadores priístas en el norte se están arreglando con Roberto Madrazo, inclusive el sonorense Eduardo Bours, de quien tienen, cuando menos, el compromiso de que no interferirá; López Obrador ya modificó su estrategia mediática incrementando presencia y spots en medios electrónicos por encima de sus adversarios; mientras Calderón tuvo que reducir esa exposición ante el riesgo de que rebasen los límites legales y entren al terreno de una eventual anulación del proceso.
Las campañas presidenciales de la oposición están ajustándose. Madrazo ha revigorizado sus fuerzas en el norte, principal semillero panista, mientras López Obrador y su equipo pasaron a la ofensiva aprovechando el bono que ha sido construido durante el largo tiempo de precampaña electoral: por más errores que comete en su campaña, no baja de 32% su preferencia electoral.
La competencia por la Presidencia está cerrada y probablemente seguirá achicándose aún más en las próximas semanas. La volatilidad de una buena parte del electorado está moviendo fuertemente las preferencias, aunque una de las causas principales de ello es la exposición mediática. En este sentido, que el Presidente cierre la boca a partir del martes, es muy buena noticia para el proceso electoral, pero mala para Calderón, quien perderá -si cumple su palabra Fox- un activo muy valioso para su campaña en momentos en que parece empezar su lento declive.
rriva@eluniversal.com.mx
r_rivapalacioqyahoo.com
Así, podemos ver que el falso optimisto de FECAL se va derrumbando, y todavía falta lo mejor....
No hay comentarios.:
Publicar un comentario