Después de un año más de ausencia, héme aquí, nuevamente. Intentando reanudar los escritos que dejara pendientes durante tantos y tantos meses.
Hay mil temas sobre los cuales quisiera comentar, pero por hoy, sólo quisiera decir que hace siete años estaba en las puertas de un final que yo mismo decidí abrir. En aquellos días había decidido suicidarme.
¿La razón?
Eso no tiene importancia. Lo importante es que, fruto de esa intención ocurrió mi primera gran caída. En cierta forma debo reconocer que murió una importante parte de mi ser, de mi esencia.
Sin embargo, otra parte quedó viva. Aquella que tuvo que conocer por primera vez lo frío de una cárcel, la pérdida de un empleo, de un estatus y, lo que es peor, de la poca confianza que tenía en mí mismo.
A principios del 2007 nuevamente ocurrió una crisis que me llevó a extremos tan graves como nunca en mi vida había tenido que tolerar. Crisis que se salieron por completo del control de mi voluntad. Crisis que sólo pudieron ser paliadas con medicamentos psiquiátricos.
No, no fue nada fácil haber transcurrido por ese fatídico 2007.
Pero....
Sigo aquí. Continúo en este mundo. Disfrutando y sufriendo. Este es el punto rescatable: a pesar de todo lo grave que ocurrió en el pasado, sigo vivo, y más importante aún, tengo Esperanzas.
Sí... Aquello que me costara tanto encontrar en el continuo devenir de mi existencia, hoy forma parte importante de mi vida: La Esperanza.
Estoy cierto que hay mucho qué decir, qué vivir, qué disfrutar, qué sufrir y qué añorar. Hoy soy capaz de mirarme al espejo y ver, no a ese ser que se va desgastando con el transcurrir de los años, sino a un ser que tiene la esperanza de lograr alcanzar sus anhelos; un ser que vislumbra en el futuro un sinnúmero de hechos que contribuirán a mi consolidación.
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