Allá por finales de los 70, recuerdo que no había nada como comprar un buen álbum de mi artista preferido en el formato de audio disponible en aquellos tiempos, y al cual no le pedía demasiado en cuanto a calidad: El Disco de acetato o vinilo.

Y después de unos años, en el comienzo de mi adolescencia llegó un nuevo formato de reproducción de música que revolucionaría la manera de escucharla.
El Cassette nos dio la oportunidad de poder elegir nuestras primeras listas de reproducción, que no estaban ya limitadas a escuchar un track y luego cambiar el disco para escuchar otro.
Con la llegada del cassette pudimos finalmente elegir aquellas canciones que más nos latían y hacer nuestras track list con toda aquella música del momento.
Llámese Lips Inc Corporation, o Bee Gees, Donna Summer, el mismo Michael Jackson en su juventud llenaba las primeras cintas que llegué a grabar en mi vida.
Había, sin embargo, un pequeño problema: La Portabilidad.
Bueno, no tanto como un problema porque realmente en aquellos tiempos no le exigíamos demasiado a la calidad de la música. Pero en cuanto se hizo popular, comenzaron a comercializarse las primeras grabadoras "portátiles", que, sin embargo, no brindaban esa facilidad de transporte requerido.
Fue así que Sony nos hizo una de las mayores contribuciones a los amantes de la música: El Walkman.


Posteriormente, tendría la fortuna de ser testigo del inicio de la era digital en música. El afamado director de Orquesta Herbert Von Karajan fue uno de los principales impulsores del Disco Compacto al grabar sus obras clásicas en este nuevo formato digital.
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