Es intrínseco a la naturaleza del ser humano preguntarse del por qué de los sucesos que ocurren en torno a ellos y a los que no les encuentra una explicación satisfactoria inmediata.
Desgraciadamente también tiende a darle explicaciones fantásticas y fuera de toda objetividad, más dejándose llevar por sus sueños e ilusiones que por un afán real de querer descubrir por qué de dichos fenómenos. Al no querer invertir demasiado tiempo en buscar la razón de dichos fenómenos o situaciones asociadas a dichos hechos, opta por el camino fácil y más atractivo que es la fantasía, ya que de esa manera puede manipular mejor ese hecho a su conveniencia, llámese ésta económica, social, moral o personal.
La mayoría de las personas tienden siempre a buscar en los fenómenos que nos rodean una explicación que raya siempre en el misticismo más que en la objetividad comprobable de tales hechos: “Es mucho más interesante dotar a los astros con poderes e influencias sobre nuestras vidas que dedicarnos a profundizar en la física de sus movimientos, en la composición de sus atmósferas o en su relación con los demás planetas que los rodean”, diría Carl Sagan. Es mucho más cómodo e interesante “creer” que cuando Júpiter está en determinado lugar tiene un cierto tipo de influencia que decir que este planeta se encuentra compuesto en mayor parte por nubes de amoníaco y que el peso de las capas superiores de su atmósfera produce presiones muy superiores a las presiones que estamos acostumbrados a ver en nuestro planeta; que dichas presiones son unos tres millones de veces superiores a la presión atmosférica de la superficie de la Tierra.
Es más atrayente pensar que un ser humano se encuentra “poseído” por algún espíritu maligno que adentrarse en el estudio de las enfermedades mentales como la esquizofrenia o la paranoia.
Resulta más enigmático y cómodo pensar que existe un ser de extraño aspecto que asola el ganado vacuno y caprino succionándoles la sangre antes que pensar que se trata de jaurías de perros que deambulan por los ranchos como siempre lo han hecho.
Es mucho más interesante para la mayor parte de la gente pensar que hemos sido visitados por seres extraterrestres, en lugar de maravillarse por el hecho, real, de haber enviado robots altamente especializados a la superficie de Marte para comenzar a conocer su superficie y las características topográficas, geológicas y climáticas de dicho planeta. Pero obviamente Marte es mucho más interesante si decimos que en él hay “pirámides” mucho mayores, pero altamente semejantes a las de Egipto, o que existe una montaña en cuya superficie se puede apreciar un rostro humano.
Cuando se dan este tipo de datos, la atención crece y las posibles explicaciones a dichos fenómenos se disparan inmediatamente a la presencia de seres inteligentes en ese planeta.
Sin embargo, si se comienza a dar la explicación de que, debido a las fuertes tormentas de arena que se dan en ese planeta es probable que hubieran formado dichos accidentes en algunas montañas de dicho planeta, entonces se pierde el interés, y, al contrario, se intenta decir que los científicos siempre niegan todo y a todo le encuentran la explicación más fría con tal de no aceptar la existencia de seres extraterrestres.
Sin embargo, quien se encuentre familiarizado con la conducta de los científicos, con los astrónomos en particular, podrá constatar que ellos son los primeros interesados en encontrar vida extraterrestre. Pero afortunadamente han sabido separar sus anhelos humanos de una búsqueda objetiva y sin ideas preconcebidas al respecto; es por ello que, cuando en los fenómenos como el explicado anteriormente la gente suele, sin mayor investigación, asignarle su origen a seres extraterrestres; los científicos, por el contrario, someten a un análisis exhaustivo dicho fenómeno y ponderan el grado de probabilidad que tiene cada explicación posible para así poder proporcionar una hipótesis lo más ajustada a la realidad posible.
El método científico ha tenido una utilidad inconcebible ya que por medio de éste se han podido explicar una enorme cantidad de fenómenos, proporcionándonos Leyes que se cumplen en cualquier parte del Universo y que vemos repetidas aunque no podamos estar físicamente en esos sitios. Esta característica es lo que hace de la Ciencia una disciplina que, sin necesidad de recurrir a explicaciones místicas, nos refleja el comportamiento de los fenómenos de la Naturaleza, permitiéndonos aprovecharlos en beneficio de los seres humanos cuando así es posible.
Sin embargo, y tal como lo dijera en varias ocasiones el científico y Doctor Carl Sagan, los científicos han cometido el error de ignorar la profusión de las protociencias y de los pensamientos e ideas que datan de la Edad Media y con ello han contribuido a la proliferación de creencias que son el lastre del que no se ha podido emancipar la humanidad desde aquella época.
Gracias al crecimiento de las protociencias tales como la astrología, la quiromancia, las proyecciones astrales, la ufología etc. La ciencia ha pasado a formar una cúspide elitista que, a falta de difusión, no satisface las necesidades de aprendizaje de la humanidad.
Y personas con amplias capacidades de desenvolvimiento en tareas intelectuales se estancan en el aprendizaje de estas actividades que no tienen ningún fundamento científico y sí, por el contrario, contribuyen de manera significativa a la tergiversación de los fenómenos que la ciencia ha explicado con claridad desde hace muchos años.
Aunque es verdad que aún hay muchos fenómenos que todavía no pueden ser explicados en su totalidad por la ciencia, también es cierto que los defensores de las protociencias se sienten con derecho a exigirle a la ciencia preste atención a las “pruebas” que tienen para sustentar sus argumentos.
Ellos apelan a la existencia de fenómenos tales como la precognición, sin embargo, nunca ha habido un hecho irrefutable que compruebe que esto existe, todos los hechos presentados están basados en relatos que ni siquiera pueden ser sustentados por una buena cantidad de gente, y es entonces necesario creer a la gente que está describiendo tales experiencias. Sin embargo, es requisito indispensable para la ciencia contar con los elementos necesarios que le permitan emitir un juicio a posteriori, pero al no presentarse pruebas serias de este y otros fenómenos tales como el avistamiento de naves extraterrestres, la ciencia tiene que inducir que dichos fenómenos son hasta el momento inexistentes y que son producto de la imaginación de personas deseosas de obtener una ganancia con esto. La ciencia, para poder aventurarse a emitir un juicio sobre cualesquier tema, tiene que basarse en los hechos, pero al no existir éstos, no puede cimentarse en una teoría sobre meras especulaciones.
Referente a la presencia de seres extraterrestres, se han hecho estudios serios en la comunidad científica, y la conclusión hasta el momento es que ninguna nave espacial ha visitado a la Humanidad, por lo menos desde que los seres humanos pudieron tener la capacidad de registrar los fenómenos que sucedían en su entorno.
Mas en ningún momento niega rotundamente la existencia de vida en otros planetas. Al contrario, de acuerdo a unas variables propuestas por el científico Frank Drake en la fórmula conocida como Ecuación de Drake, existe una probabilidad real de que la vida haya surgido, no en uno, sino en miles de mundos, tan solo en la Galaxia de la Vía Láctea. Pero de eso a inferir que nos visitan, hay mucho margen de diferencia. ¿Por qué, en el vasto espacio del Cosmos, tendrían que dirigir sus naves hacia nuestro insignificante planeta? Quizás quienes creen que ya nos han visitado seres extraterrestres no tienen plena conciencia de lo inmenso que es el Cosmos, tanto en Espacio como en Tiempo; de los miles de millones de soles que existen, tan solo en la Vía Láctea, de que no existe ninguna razón por la que seres extraterrestres se fijaran en un planeta que visto, desde el exterior, no muestra ningún indicio de que la vida haya surgido en él.
Algunos científicos, preocupados por el avance de las protociencias, se han consolidado en una asociación mundial llamada Comité para la Investigación Científica de Hechos Paranormales, (CSICOP por sus siglas en inglés) que se encarga de analizar y emitir reportes, basados en hechos objetivos de investigación profunda, de los fenómenos considerados como paranormales por mucha gente. Y este comité está constituido por personajes que pertenecen a distintas áreas del conocimiento, de manera que no solamente lo componen científicos, aunque hay muchas eminencias en él, sino también lo componen magos, psicólogos, médicos, etc. Y, muchos de estos magos han sido quienes han descubierto las farsas de algunas personas que dicen tener poderes especiales como un señor llamado Uri Geller, que levantó una fuerte polémica por su supuesta habilidad para doblar cucharas, el mago James Randi descubrió su truco y el señor Geller quedó condenado a la ruina; aunque él continúa asegurando contar con dichos “poderes”.
Es este un problema más de los defensores de las protociencias, cuando se les presentan las pruebas irrefutables de que lo que afirman es un fraude, se indignan diciendo que es una conspiración contra ellos, que la ciencia miente y que ellos tienen la razón, aunque los hechos demuestran lo contrario; o bien, suelen argumentar que la presencia de escépticos inhibe sus capacidades extrasensoriales y por lo mismo no pueden realizar lo que harían bajo otro ambiente.
Por lo anterior, y si tomamos en cuenta que las protociencias, más que un medio de acercarse hacia la explicación de los fenómenos de la Naturaleza son un antagonismo de lo que la Ciencia es; es nuestro deber combatir dichas prácticas con el mayor de los fervores. Ya que cada día que transcurre es mayor el número de sus allegados.
Desgraciadamente mucha de la responsabilidad también recae en los medios de comunicación, ya que tienen la obligación de comunicar de manera objetiva los hechos, y no darles un enfoque de acuerdo a criterios del productor. Por ello vemos que cada vez es más el número de programas que aparecen en televisión, como por ejemplo los archivos secretos X, que es una serie norteamericana, o “En busca de lo desconocido” que es una producción de Televisión Azteca, o “Hacia el siglo XXI” que es una producción de Televisa; todos estos programas le dan un enfoque importante a las protociencias, no así a los argumentos válidos que pudieran aportar científicos serios y responsables. Por el contrario, permiten que las conclusiones de dichos fenómenos sean interpretadas, explicadas y juzgadas por gentes de la talla de un Jaime Maussan, cuya preparación no es ni con mucho la suficiente como para emitir juicios concluyentes con respecto a la supuesta visita de naves extraterrestres en este planeta.
Y, sin embargo, en estos medios de comunicación, se les da el crédito total, como si sus conclusiones realmente estuvieran basadas en el método científico. Y osan llamar a sus indagatorias superficiales “investigaciones profundas”, cuando no son sino una mera recolección de datos, la mayoría de ellos verbales, sin someterlos al juicio crítico del método científico.
Por otro lado, es realmente difícil apuntar el nombre de un solo programa, en las transmisiones de esas dos enormes compañías televisivas mexicanas, que esté dedicado a la ciencia.
Lo mismo sucede en la mayoría de los medios impresos, llámense periódicos o revistas, cuyo contenido a este respecto deja mucho qué desear. Es increíble comprobar que al llegar a un puesto de periódicos se encuentre uno con tal cantidad de revistas dedicadas a las protociencias, y no se encuentre sino un par de revistas serias científicas. E incluso las revistas y periódicos con temas diversos no dejan de incluir en sus páginas su sección de horóscopos, cual si esto fuera materia aceptada por el 100% de la sociedad.
No se tiene el grado de avance suficiente como para incluir programas de la talla de un Discovery Channel o de un National Geographic. O revistas como el Skeptical Inquirer o Prometeus. Tal parece que los dueños de Televisa y Televisión Azteca: Azcárraga Jean y Salinas Pliego respectivamente, creen que el 100% de los mexicanos somos de naturaleza retrógada. Pero es triste ver que es también interés del Gobierno mantener al pueblo ignorante y complacido con transmisiones televisivas sin contenido formativo ni educacional. Al fin que, como es sabido, un pueblo ignorante es más fácil de ser manipulado.Por todo lo anterior, se torna necesario que quienes estamos del otro lado de la moneda pongamos un granito de arena para intentar detener este avance de proporciones inconmensurables de las protociencias, máxime si sabemos que su influencia en la sociedad es más negativa que positiva. Los beneficios son en verdad pocos comparados con el daño que hace a quienes profesan admiración por dichas actividades.