Hoy, por azar, me encontré con un documento de conversaciones mantenidas en el mes de febrero, justo antes de que estallara la crisis que me tuvo fuera de combate durante cuatro meses aproximadamente.
Al leerlo, me di cuenta cabal del enorme daño que esa pseudo-persona me hizo. Y me arrepiento de no haber podido pagar con creces esa afrenta hecha a mi persona. Siempre pensé que la persona más dañina había sido Ernesto Ortega; sin embargo, pienso que lo ocurrido a principio de año supera esos cuatro años de infierno que viviera al lado de Ernesto.
No vale la pena siquiera escribir el nombre de esa quimera. Baste con decir que resultó igual o peor de mierda que Ernesto. Curiosamente los dos proceden del mismo lugar de nacimiento y estudiaron en la misma escuela secundaria. Son de la misma camada.
Quizás sea mi imaginación o mera coincidencia, pero me resulta risible esta coincidencia. Hoy, no puedo negar que me sentí un poco mal; sobre todo porque con todo lo ocurrido perdí el recuerdo de esos cuatro meses, mismos que viví sumergido prácticamente en la inconciencia. Claro, fue mucho mejor así, ya que si hay algo que recuerdo es el dolor, la desesperación y la impotencia ante todo eso que pasó; y definitivamente concluyo que es mejor que todo lo ocurrido en esos meses haya quedado cubierto por el manto de la amnesia.
Sin embargo, deseo escribir sobre ello porque no quisiera que nunca más vuelva a repetirse una situación similar. Hoy, con todo lo aprendido, quiero siempre dejar constancia de que no permitiré que nadie, nunca más, vuelva a causarme un daño semejante.
Dixi
Al leerlo, me di cuenta cabal del enorme daño que esa pseudo-persona me hizo. Y me arrepiento de no haber podido pagar con creces esa afrenta hecha a mi persona. Siempre pensé que la persona más dañina había sido Ernesto Ortega; sin embargo, pienso que lo ocurrido a principio de año supera esos cuatro años de infierno que viviera al lado de Ernesto.
No vale la pena siquiera escribir el nombre de esa quimera. Baste con decir que resultó igual o peor de mierda que Ernesto. Curiosamente los dos proceden del mismo lugar de nacimiento y estudiaron en la misma escuela secundaria. Son de la misma camada.
Quizás sea mi imaginación o mera coincidencia, pero me resulta risible esta coincidencia. Hoy, no puedo negar que me sentí un poco mal; sobre todo porque con todo lo ocurrido perdí el recuerdo de esos cuatro meses, mismos que viví sumergido prácticamente en la inconciencia. Claro, fue mucho mejor así, ya que si hay algo que recuerdo es el dolor, la desesperación y la impotencia ante todo eso que pasó; y definitivamente concluyo que es mejor que todo lo ocurrido en esos meses haya quedado cubierto por el manto de la amnesia.
Sin embargo, deseo escribir sobre ello porque no quisiera que nunca más vuelva a repetirse una situación similar. Hoy, con todo lo aprendido, quiero siempre dejar constancia de que no permitiré que nadie, nunca más, vuelva a causarme un daño semejante.
Dixi